Entrar
a tientas en tú cuerpo,
a
ciegas sobre tú piel,
empezar
con total tranquilidad
como
caballo con gríngolas,
para
no entrar en pánico,
para
no desbocar mi corazón
en el encuentro con tú mirada.
Entrar
poco a poco en el paraíso
que
esconden tus vestidos,
saborear
tú aroma embriagador
con
el sosiego
que
merece la mejor flor.
Acariciar con delicadeza el tallo,
abrazar tú cintura desnuda,
recorrer cada centímetro de ti
siendo todos lugares de interés.
Alcanzar el manantial de tus besos
tras caminar con mis labios
la dulce distancia de tú cuello.
Abrir los ojos
ante la visión que desata mis deseos,
alimenta mí fuego interno.
Dar rienda suelta
a la pasión residente en mi alma,
esa, que siempre se acelera
con, tan solo, estar ante tú presencia.