Te llamo en
todas mis líneas
aunque
cuelgue sin dar tono,
sin retar al
temor y al miedo,
sin cruzar
el umbral del orgullo,
sin poner mi
voz en tu oído,
sin tu
nombre en mis labios
salvo con el
disfraz de suspiro.
Te llamo con
cada palabra,
con cada hilo
de tinta de mi pluma,
con cada
idea que cruza mi mente,
con cada
nuevo pensamiento
donde abrazo
tu dulce compañía,
donde eres mía un instante
aunque
abrace un espejismo.
Te llamo, y
te llamaré siempre
sin esperar, merecer respuesta
al sonido
sordo de mi llamada,
a palabras
muertas sobre papel
de quien se
oculta en la distancia
y atrinchera
de ti su corazón,
pero te
llamo, con voz sincera.