Se consume a
fuego lento el dolor,
el anhelo
herido del corazón,
arde en la
hoguera de mis palabras,
entre llamas
de líneas que te alumbran,
que dibujan
tu silueta de mil formas
a salto
entre el recuerdo de otra era
y la imagen
que hoy surca el viento.
Se desvanece
poco a poco el grito,
el lamento
del eco en el tiempo,
el
desgarrador llanto en tu nombre,
el pataleo
caprichoso del pecho
que no
acepta ausencias ni distancias,
que llena
noches de insomnio,
de tristes
letras a ojos de la Luna.
Se retira
con paso firme el vacío,
el silencio
muere sobre el papel,
la oscuridad
bate retirada del alma
tras liberar
mi mirada a tu luz,
tras liberar
el sentir de su encierro,
sentir que
alimenta mi felicidad,
sentir que
brotó en mi... Gracias a ti.