Duele la
piel en tu fría ausencia,
en el vacío de tu compañía,
en el páramo sin tu abrazo, tu sonrisa,
donde habita
siempre la noche,
el viento es
lamento de invierno
y la
escarcha crece cual mala hierba
tras tu ida,
luz cálida de mi vida.
Duele la mirada
de ver tus pasos,
hieren tus
tacones mis ojos,
sangran lágrimas de impotencia
de verlos
caminar tan lejanos,
de seguir su
andar en la distancia
cuando a
esos pies tendería el alma
como vulgar
capa sobre charco.
Duele el
corazón de guardar amor,
amor que
recita tu nombre,
que es leal
a tu bella imagen,
devoto a tus
caricias y besos,
a tu voz, tu
alma, tu libertad,
amor, que
sembraste en mi corazón,
amor, que te
será fiel hasta el final.