No robará mi pluma tu hermosura,
no como vil
ladrón de elegancia
que inspira
gratuito sus palabras
sin pagar el
precio del pecado
de beber de
la fuente de tu mirada,
del
manantial cristalino de tus ojos,
de luz,
hecha ríos de tinta para el alma.
No
secuestraré tu dulzura con mis letras,
no como
capricho que sacia líneas,
que juega
con tu preciosa silueta
con propósito de llenar hojas en blanco,
sin buscar
la alegría en tu rostro
aunque no la
vea en la distancia,
me niegue el
horizonte tal sonrisa.
No usaré tu belleza en provecho,
no rellenaré cientos de vanos versos,
no escribiré vacuo de sentimientos,
no pondré caricias sobre tu cuerpo
o recorreré con besos tu piel,
no, si no
nacen del latir del pecho,
no, sin
poner mi corazón a tus pies.