Peregriné el
infierno de la soledad,
la senda de
la oscuridad
para
silenciar la voz del corazón,
dejar atrás el dolor,
perder de
vista las lágrimas.
Busqué el olvido entre sombras
como ermitaño del silencio
oculto en la
distancia,
en la cueva
del destierro,
en el
abandono de la voluntad.
Pero entre
tinieblas
brilló tu recuerdo con claridad
como fuego
de invierno,
como
estrella en el telón de la noche,
como luz que
llena de vida,
como verdad
que alegra mi alma.
Verdad que
no quiero olvidar.