Mirada, me
traicionas, la ves,
observas en
el vacío su ser,
la guardas
presa de la pupila,
la retienes
para tus caricias,
la llamas
ante ti sin permiso,
como
fantasma, como espejismo
para saciar
tu sed por su tez.
Mirada,
recorres fiel su cuerpo,
enredas cada
hilo de su pelo,
deslizas en
su cuello de mármol,
te posas en
la flor de sus labios
y descansas
en sus ojos dulces,
en el cielo
que brilla sin nubes,
que besa,
que enamora, que atrapa.
Mirada,
detente, ten piedad,
pon fin a
esta locura de maldad,
no sigas la
senda del recuerdo,
no persigas
el sueño sin tiempo
por la salud
de mi corazón,
del alma que
va a estallar de amor
de saberla,
y no llegar a ella.