Alargo la
mano sin resultado,
sin hallar
ningún nuevo peldaño
con los
dedos apuntando al cielo,
en dirección al mayor anhelo,
a la
distancia, al sueño intocable,
con aire
para vestir verdades,
con
fronteras entre nuestros cuerpos.
Miro, y veo
tus ojos lejanos,
ojos, con
lista de enamorados,
ojos, de
pies llenos a plegarias,
con devotos
a su luz, su magia,
y escapa el
aullido entre mis labios,
se hace voz
el dolor de mis manos,
no tener la
Luna entre mis brazos.
Pero no hay
escalera al firmamento
que conduzca
mis pasos a tu encuentro,
no hay senda
que lleve a las estrellas,
que lleve a
tu dulce luz entre ellas,
que calme mi
triste corazón
con tu compañía, con oír tu voz,