14 de mayo de 2017

Pincel

No pido permiso y menos perdón
por dar mi corazón,
por entregar cada latido,
aún quede en olvido en algún cajón
en las mudanzas de la vida,
entre trastos viejos sin sentido
y peso muerto para cajas y maletas,
ya ocupe espacio de dos pesetas.
Porque ante todo soy yo,
no caballero en auxilio ni un favor
a ninguna dama vestida de sueño,
incluso cuando deba el sentir
del día a día que besa el pecho
entre tanta palabra por remedio
a los rotos y rasgados de la piel
que arrastra el alma desde ayer.
Nacidas del silencio y el abandono
a sorbos y humo de olvido y pena,
que dejan las verdades a la sombra
como fantasmas entre cadenas,
mientras llora callada la sonrisa
que brilla sin motivos pero sincera
y hace del cielo un lienzo
con la imaginación por tinta y pincel.
Con el rostro por máscara
en el escenario del mundo
bajo el Sol, la Luna o las estrellas
sin miedo a la arena y huella
de las que queda lejos de la marea
y resiste tiempo y tormentas,
pues más que huella es raíz en flor,
es luz, es llama, es abrazo al Amor.