Más allá de la elección
tienes un lugar en mí corazón.
Antes quizás de conocerte,
antes de una noche de estrenos
con mil casualidades en el camino
de un capricho en tres cuartos.
Pero equivoqué la señal
de la sensación a hogar,
de los temblores bajo la piel
y dejé vencer a la razón y su duda,
más común y conocida,
que a una alegría por comprender.
Que no consiste en tus bellos ojos
ni en el inolvidable de tus labios,
pues no desaparece en su ausencia,
en tu presencia en lejano y vacío.
Con el beso tan sólo en la mente
justo al lado de la caricia en deseo,
sin que importe o preocupe
a ése pequeño rincón en luz,
que late despacito pero contento,
con la decisión nacida en el alma
o escrita por el azar del destino
un día loco entre pluma y palabra.
Tatuado en el interior,
en un inalcanzable siempre al lado
con más fidelidad que lógica,
con la sencillez tras la sonrisa
de un latido con nombre,
del amor que está, y estará en mí.
