13 de mayo de 2017

Natural

Las aves no son cometas con cuerda
ni los perros o los gatos marionetas
para jugar la vida de rato en rato
o creernos dueños de la libertad
por un nombre, por un collar,
cuando es imposible domar el aire,
la naturaleza inquebrantable del alma
que late en luz a través de la mirada.
Como no se puede alcanzar el Sol
sin arder en el abrazo final,
aún se renazca cuál fénix después
con algo de fortuna, y suerte también,
pues el infierno no es para vacaciones
y de él no se es fácil volver
si entregas tu corazón al egoísmo
contra todo aquello que es distinto,
desde un altar improvisado
de la raza, del saber, de la estupidez.
En un mundo llano para iguales
donde los árboles son montañas
y las montañas granos de arena,
donde la marea surca la pradera
con los pájaros por peces al viento,
con el corcel sin jinete por delfín,
y donde todos los sueños convergen
con la bella armonía
de una sonrisa en luz como único fin.