7 de mayo de 2017

Libertad

Una verdad he dicho
que nadie ha oído,
que cayó en vacío hueco
de un silencio eco del miedo
en un desierto sin arena
donde enterrar la vergüenza,
siempre al viento sin velos,
ante el ojo azul y sus nubes
de un cielo imposible
con el sueño por alas y vuelo
bajo el Sol,
de manos del corazón.
Aunque fue un susurro
con voz de suspiro herido
en la silueta de una sombra
sin tiempo ni nombre,
más perdido que escondido,
más honesto que real,
desapercibido en la pompa
de algún te quiero y faltas,
de ausencias y el sin mañana
que no sabe de promesas
ni de destinos no escritos
aún recen en tinta y palabra.
Para no ser muy sincero,
quizás, o evitar perdón y adiós
en una última vez y descuido
de un abrazo inalcanzable
que busca resquicio de vuelta,
fisura sin puerta y cerradura
a una vida sin nostalgia
con la risa dueña de la lágrima
y un amor desnudo,
entre más piel que sábanas
donde el beso es única atadura
de la libertad del alma.