11 de mayo de 2017

Interior

Puedo dejar palabras al Sol
tras una ventana o un prado
sin más velos que el viento,
gracias al pasado, al ayer
que me trajo aquí,
que me hizo ir al infierno y volver.
Donde dejé el miedo al fuego
y traje al diablillo del oído
para no callar la voz y el capricho
que arde en el alma,
que suena en el interior del pecho
al ritmo, al compás del corazón.
En un mundo de dos caminos,
él que coges y él que no,
entre la gracia, locura o voluntad
de más de una elección,
que no cuentan por dos o tres
y da cabida a cualquier sueño
bajo el cielo en azul, en azabache
o en ocres de ocaso o amanecer.
Y voy a coger la calle difícil
de mantener firme la sonrisa,
de sonreír aún me falte un beso
o ponga zancadillas la vida
para guardar silencio,
para ser escudero y no caballero,
porque no voy, no puedo ceder
si no viste a mis ojos de deseo
con la verdad escrita en el interior.