20 de mayo de 2017

De Largo

No quiero ningún cortejo
ni seducción de máscara y disfraz,
solamente quiero la verdad,
aunque suene a esperaba más
con final en un adiós,
en una vuelta que dé la espalda
y deje atrás mi rostro,
pero dando de lado a la hipocresía
por muestra de grandeza del alma,
antes que a este necio
más loco que cuerdo
entre las calles del sinsentido
con tanto silencio y grito sordo.
Con tanto deseo en espera
oculto en los ojos, en las miradas,
que cruzan un par de metros
o el mundo en un mapa plegado,
en un querer que quiere no perder
más que el riesgo por virtud
de dejar latir sin miedo el pecho.
Porque la vida necesita la belleza
del valor de una lengua suelta
que diga qué quiere y qué no,
en falda corta o barba dejada
sin prioridades en el orden del día,
y sé
que es una posibilidad a mano
gracias a casualidades del pasado,
a tropiezos a cielo abierto
y bofetadas a un par de sueños
en sentido figurado y en cicatriz.
Bajo el puño de la realidad
con la victoria al cinto,
que golpea al descuido de la vida
si pasa de largo
la opción de la voz sincera al Sol,
a oídos de esa silueta entre latidos
que desborda en sonrisa los labios
y besa el sentimiento del corazón.