2 de marzo de 2017

Paz

La condena es humana,
no ley de vida natural
que despierte el Sol cada amanecer
o custodie por Luna la noche
y puede
que la carga pese en el pecho,
en la mente independiente
por centro y virtud del universo
impuesta por la necedad,
por el caminar de los siglos
entre desconocimiento y ego,
entre fe y miedo a la verdad
mientras negamos el mundo
y su libertad
que también nos abraza,
aún siendo traviesos del Edén,
con la misma paz que al resto,
para ofrecer mil vidas
a cambio de la sonrisa
sin encadenar jamás el alma.