5 de marzo de 2017

Corazón

Tú me encontraste a mí
entre el bullicio en soledad
para salvarme del mundo,
de mi ego
y hacerme distinto en un beso,
siempre con el corazón en vilo,
de prestado entre latidos,
perdido
sin ti,
con la mirada sin horizonte,
sin porvenir,
cuando tú perteneces al cielo
y yo
sólo pierdo el equilibrio,
bailo al filo del abismo
entre taburetes y barras
cada noche que no te abrazo
y me queman las palabras,
el silencio
el gaznate, la garganta
para poco a poco ser ceniza
sin más fuego que el humo.
Pero ha vuelto a amanecer
y he dejado atrás la muerte,
la derrota
de no saberme a tú lado,
de no tener otro propósito
que no se halle en tus ojos,
que no despierte junto a ti,
en reservas para el sueño,
pues el mañana se acerca,
aunque lo haga a lo loco
sin saber dónde va,
hacia delante o hacia detrás,
lo que da igual
si lleva implícito sentir,
si va de la mano de sonreír
al menos una vez al día
con algo nuevo si se tercia
o con el regalo del recuerdo,
el tiempo,
contigo sobre el pecho
por amor sin riesgo de vida,
por terapia para la cordura
que dice no
a mostrar sentimientos,
que cree no merece la pena
lo eterno
y fatiga el mundo y mi oído,
cuando mi sonrisa
no opina en nada lo mismo
y da fe al Sol de otro universo.