No hay dos sin tres
dice el refranero popular,
pero cuando gusta de verdad
nadie quiere ver el final
del día, del vaso, de la sonrisa
que dibuja el mundo a color,
que da de beber imaginación,
que no necesita Sol.
O yo, no pienso lo contrario
ni lo siento en mi interior
en la voz del latido,
que quizás, tal vez,
pertenezca a la loca razón.
En lengua de deseo y sueño,
en dos palabras
o silencios de mil y una líneas,
al son del viento y el mar,
en rimas a corazón y libertad.
Con nombre desconocido,
con el título aún en blanco
de un hilo por pensamiento
único, repetido o irreconocible
al vuelo gracias al aire,
a la luz bajo la llama irrepetible.
De un sentimiento, un eterno
que pide, que quiere, que ama,
a falta de compañía, de labios,
el viaje de la botella en la marea,
el beso al sello de una carta
o la caricia en tinta sobre papel
en un universo al reflejo
por vida, por amor o por alma.
"La poesía no necesita adeptos, sino amantes" Federico garcía Lorca