31 de julio de 2017

Dos Sin Tres

No hay dos sin tres
dice el refranero popular,
pero cuando gusta de verdad
nadie quiere ver el final
del día, del vaso, de la sonrisa
que dibuja el mundo a color,
que da de beber imaginación,
que no necesita Sol.
O yo, no pienso lo contrario
ni lo siento en mi interior
en la voz del latido,
que quizás, tal vez,
pertenezca a la loca razón.
En lengua de deseo y sueño,
en dos palabras
o silencios de mil y una líneas,
al son del viento y el mar,
en rimas a corazón y libertad.
Con nombre desconocido,
con el título aún en blanco
de un hilo por pensamiento
único, repetido o irreconocible
al vuelo gracias al aire,
a la luz bajo la llama irrepetible.
De un sentimiento, un eterno
que pide, que quiere, que ama,
a falta de compañía, de labios,
el viaje de la botella en la marea,
el beso al sello de una carta
o la caricia en tinta sobre papel
en un universo al reflejo
por vida, por amor o por alma.