7 de julio de 2017

Semillas

No me gusta el último lugar
pero aprendí a perder de verdad,
con el mundo por delante
y toda la carrera por terminar,
hasta darme cuenta
que no busco ninguna meta
y sólo un constante camino
con una sonrisa para cada Sol,
que nazca del alma o el corazón,
que sea de propia cosecha
en un beso sincero a la vida.
Para ver en flores las semillas,
para disfrutar lluvias en verano
o sufrir de la hierba sus cosquillas
con la locura de la mano
y algún arrebato bañado en tinta
tras papel de cuento o novela,
o en sólo cuatro líneas y media
más confusas que explicativas,
más libres que suspiros al viento,
de los susurros del pensamiento.
Sin límites ni fronteras
bajo el pincel del niño interior
que conversa con la fantasía,
que moldea en barro el sueño
y da color a la voz del latido
sin juicios de ninguna balanza,
sin caprichos tras la mirada
cuando juega con la palabra amor.