3 de julio de 2017

El Loco

Dar la razón a otros
no es tarea para un loco,
que no distingue el dos del uno,
que vive solo y en compañía
entre la imaginación y el fantasma,
entre el sueño y el espejismo
que golpea la sed del pecho,
que llena a jarras el vacío
de un corazón que pide latidos.
Que busca el hilo del manantial
a besos de pureza cristalina
sin juegos ni encierros,
sin capote, estoque o banderillas,
sin primer premio
o diploma por participar y perder,
por ganar un poquito más
de vida y cicatrices para sonreír,
entre chupetones y arañazos
o el látigo y la soga
de los deseos forjados a fuego,
de la verdad que oculta el cuerpo.
Por no nombrar al ser profundo,
a la voz del alma,
que no queda en meras caricias,
que no se limita a la piel,
cuando habla entre silencios,
cuando grita al viento con los ojos
la locura más hermosa del loco
en un te quiero, en un te amo,
en un fugaz arrebato
que nació ayer y prevalece hoy
a razón de la eternidad del Amor.