5 de abril de 2016

Una Confesión

Eres la mejor maestra que me enseño en la vida,
quien dijo no aportar nada a mí forma de ver el mundo,
la chica descreída de su propia capacidad
que apareció un día sin más para revolucionar mi mente,
instruir un inocente corazón en la asignatura del amor.
Pues aprendí de ti sobre amor sincero, amor de juventud
sin miedos en el pecho, solo promesas e ilusión.
De amor tras una amistad, oculto en un sin sabor
por no querer abandonar a quien con solo aparecer
te hace feliz, de verdad.
Del amor que lucha y del que abandona,
del que se entrega sin más o se hace desear.
Del amor tambaleante en el cordel de la locura
entre tanto si y no, barajando contras y pros.
De amor entre odios, despecho y distancia,
de amor que no ama, que hiere y sangra,
que solo clama al olvido como animal herido.
Y en la última lección, el amor que deja marchar,
así si más, el más auténtico, pues el amor jamás busca,
solo da sin esperar, buscar es solo cosa del querer.