Te perdí,
me olvidaste,
entre el bullicio de la gente,
el alboroto de las ciudades,
el ritmo frenético de la vida,
las maravillas del mundo.
Te perdí,
pero no te culpo,
culpo a las palabras a medio decir
de querer y no creer,
a no saber pedir perdón,
a no haber dicho te echo en falta.