9 de abril de 2017

Oasis

Hay juicios de Dios y populares
pero esperaré el juicio del tiempo,
que deja todo en su lugar
a nombre y en cita del refrán,
que espero diga que te quiero
bajo el mazo y el culpable
de una sentencia cumplida en vida,
en cada latido del pecho,
en cada susurro y luz de los labios
sin intenciones de puerta trasera
que deje entrar a la fiesta la duda,
que resten brillo a las estrellas,
a las flores y al ave en vuelo
de un cielo libre de compromisos
sin más caricias que viento y líneas,
que una palabra en sentimiento
de un corazón que jamás olvida
y guarda el intento por remordimiento
de ahogar la voz en la garganta
sobre ti, sobre el amor
en el oasis del que bebe mi sonrisa
cuando la tormenta levanta arena,
cuando el desierto es mundo
y cantan las voces sinceras
del sino y la locura sin camisa
que dan rienda suelta al alma,
al sueño y suma diez mandamientos
con tus iniciales a pie de página,
con tus ojos por altar de la oración
que reza te amo
sin alegría de vino y carne de pan
ni el infierno al acecho del pecado
despierto en la piel y el coco
a cuento de la silueta bajo tu rostro,
que juega silencios en la noche
y no discute las vueltas con el reloj,
porque disfruta la vida al momento,
al segundo de un parpadeo
que se filtra entre hoy y el recuerdo
para llegar a mañana de una pieza
contigo entre verdad y espejismo,
entre fe e ilusión
por compañía perfecta del camino,
por pausa, por calma y carrera,
por sentido y ritmo de la marea
o de la Luna en su danza de plata,
que dirá el tiempo
y no yo, Dios o el público de paso
si es auténtico o la voz de un loco
que dice estar medio cuerdo
y sólo busca no decir adiós
a la Dama por Sol y oasis de Amor.