25 de septiembre de 2017

El Loco

Echaba a andar el Loco
las calles sin asfalto
de farolas sin encender,
sin más camisa
que la piel en un descosido
y su chaqueta blanca
de manga estrecha y larga,
mientras
hablaba con los gatos
que acechaban los muros,
y reía con los perros
al pasar entre ladridos,
en el previo matutino,
con saludos de sombrero
para cada desconocido,
y reverencias de caballero
para la bella dama,
que despunte soles
con la luz de su mirada,
a cambio de todo y de nada,
de un espontáneo grito,
de una sonrisa en gracias,
por la locura enamorada
de bastón y baile de claqué
en charcos de lágrimas
de la mala fama,
si no juega ya el Sol,
que el sueño dio a amanecer...
Que la noche arropa
entre murciélagos y sombras
a cada esquina
de las ciudades sin avenidas
de acera ancha y policía,
con la paz secuestrada
a manos de malas noticias,
que no afectan
a las neuronas sin mala fe
del soñador despierto,
que ignora incluso la lluvia
en tormenta o chaparrón,
para poner en marcha el día
con energía, con alegría,
con la ilusión de un presente,
de todo por hacer,
de todo por vivir,
sin temer el miedo de otros
a calzar pintalabios de alegría,
versión masculina,
y ojos de brillo color cristal,
para que el alma
no pierda detalle,
desde antes que nazca el alba
hasta que el cuerpo diga basta,
y reinicie... Toda la cuestión.