1 de junio de 2017

Orillas

Cuando muerde la lengua
y la rabia se contiene en silencio
tras la bofetada al descuido
las fraguas arden en el infierno
del alma que se estremece.
Pero hay sonrisas sagradas
sin templo y menos altar,
sin motivos pero con corazón
que no están a la venta
ni se someten a ninguna cólera
o caprichos en piedra sin mano.
Y la luz se alza sobre la sombra
en susurros a nombre y vacío,
con poco equipaje en la maleta
para no dejar mucha huella,
para no herir sin caricia la hierba
o que venir dos veces la ola.
Para ser recuerdo o ser olvido,
para ser cielo o un cerillo,
que no encienda ni un cigarrillo,
que consuma su vida en llama
al grito en baile de mil palabras
sin remiendos ante las cenizas
del tiempo que partió sin velas
pero desde orillas de otra época
con nada y todo que demostrar.