23 de junio de 2017

A Jugar

Dos historias y un único telón
sobre un escenario sin público
y un reparto infinito
con el mundo en el directo
por extras del guión sin papel
de un diario escrito a pasos.
Una novela de dos vidas
distintas, separadas y unidas,
que cree y ata un loco
sin más cuerda que el viento
de una sonrisa o un susurro,
de un suspiro o una mirada
bajo tinta, bajo palabra.
Pero​ dos y no una
es la cuenta, es la suma
sin que importe para nada
a un latido extraviado,
a un espontáneo de caprichos,
a un jugador sin pizca de azar
que juega la vida por amor.
Ya sea dado o por entregar,
en préstamo o un puro robo
a la banca y el crédito
de unos ojos, de unos labios,
de una caricia piel contra piel,
de algún momento de ayer,
para sentir
la chispa convertida en fuego,
la fiesta en el interior del pecho.
Porque no hay mejor manera
de pasar el rato bajo el Sol,
bajo la lluvia o la luz de Luna
que vivir feliz,
que estar enamorado
y tener en marcha el corazón.