10 de junio de 2017

Caída

El cielo es azul
hasta que se tiñe de nubes,
porque no hay inmutables
en fidelidad a la mirada
como borrones de taburete
deshechos en el hielo,
en el fondo de un recuerdo
al beso tras un sorbo.
En un mundo que cambia
a cada esquina sin dirección,
a cada calle de fin sin salida
que pide regreso y comienzo
desde cero de un principio
con celestes al dorado y rojo.
Y tal vez nadie entienda
donde se quebró el hilo
de dos espíritus sin destino,
a saltos de trapecio sin red
con el corazón en riesgo
de ser heridos por el vacío
que en silencio besa la caída
de la noche hasta el amanecer.
Pero fue, es y será
sin más culpa que dos caminos
al alza de dos palabras
en el viento y sus infinitos oídos
por sueño y felicidad en latido.