Tu espalda contra mi cuerpo,
contra mis latidos,
mí voz a tu cuello
en susurros, en mordidas,
en palabras
no aptas para todos los públicos,
y mis manos
de peregrinaje y fiesta de caricias
en cada centímetro de tu piel,
recorriendo tus brazos, tu pecho,
dibujando tu silueta en descenso
a través de tu cintura,
poco a poco,
sin acelerones en las curvas,
siguiendo indicaciones por gemido
desde fuera hacia dentro,
desde atrás hacia delante,
hasta llegar a la flor de tu Edén
con tus manos a la espera
de las mías
jugando entre las piernas,
con la delicadeza de una pluma,
con las piezas
de dos almas entrelazadas,
unidas
bajo el mismo sueño de placer.
"La poesía no necesita adeptos, sino amantes" Federico garcía Lorca