17 de febrero de 2017

Antojo

Hay grandes sentimientos vacíos
que quieren sin ninguna esencia
entre picardías y risas por latidos
a ras de piel
sin llegar a acariciar el alma,
sin dejar tras de sí dolor por marca.
Pues ofrecen sin dar 
ni ceder salvo por el capricho
de lucir por los suelos el vestido
y robar el deseo
en desnudos que no muestran nada.
Para tachar otro antojo
de la lista que elabora la mirada
en cruces sin dirección del camino
o como mucho anécdotas,
sin nombre ni rostro,
de buenos ratos entre cosquillas
que no tienen peso en la sonrisa
ni en la luz que custodia los ojos
de quien tiene el corazón prestado,
de quien sueña sincero
y busca constante a Cupido.
En las avenidas de doble sentido,
donde se sustenta y no se aguanta
siempre en abrazo, siempre en beso
sin pensar que esté de más
una flor, un guiño, un me faltas
aún pecho contra pecho
en el día, en la noche,
entre murmullos hechos melodía
o en voz disfrazada de palabra
sin esperar ni pedir permiso, 
sin más prioridad que amar
ni más propósito que sentir ganas.