Diez líneas bastan
pero sobra con dos palabras
para abrir el corazón,
para ofrecer el interior del pecho
en un latido sincero,
aunque ocupe un universo
y desate un mar de tinta
por una vida en sueño
más allá de cinco letras
que caben en un beso.
Sé algo de círculos viciosos
donde sólo regresas a la salida,
lleno de vergüenzas y reproches
o de alguna curiosa noche,
pero no tiene nada que ver
con pensar en ti una y otra vez,
con navegar entre recuerdos
o soñar una nueva historia
contigo al lado,
porque me hace sonreír
al contrario que las resacas
y para colmo no cuesta dinero,
un chollo en estos tiempos,
así que perdona
si insisto de cuando en cuando
por alivio de mis labios,
de la vocecita de mi corazón
en tonterías por razones
o en locuras sin ataduras
despreocupadas por absurdo
ante el Sol y ante el mundo.
Para qué lo voy a negar
y llenar el corazón de reproches
cuando arde entre mis dedos
el sueño con tu piel,
con una caricia que no termine
e hile la noche y el día
enredando nuestros cuerpos
en besos carmín
y bocados de placer sin mesura,
en enfrentamiento de miradas
o abrazos a media cintura
sin límite de tiempo
a ojos del deseo
entre tus piernas de locura,
a las altura de tus latidos
o con la difícil decisión,
cuando ambos son capricho,
que camina entre tu sonrisa
por fuente de alegría
y el manantial de tus besos
para saciar la sed de mi pecho.
He comenzado un viaje
que no lleva a ninguna parte
y visita cada estrella
con el sueño de la mano
entre metáforas por inventar
para no decir tu nombre,
para dejar en vilo el pecado
que arrastra mis latidos
en deseo por tu piel,
en paisajes al desnudo
de cielo paraíso en tus ojos,
y no pienso
en más viento que tu cabello
siendo brisa en mis dedos,
en más marea que tus labios
por oleaje resuelto en besos
ni en el calor de otro cuerpo
que dé fuego a mis noches
y tranquilidad a las sábanas
en reposo auténtico
sin que grite el silencio
en soledad o compañía
a falta del abrazo, la caricia
del latir de tu amor,
del único querer auténtico
entrelazado con mi corazón.
Siento no ser yo
y tener que pedir perdón,
mientras tú
quieras otra cosa de mí
más sencilla y fácil
que no puedo corresponder
en idioma amigo
por cortesía de mi corazón
necio y estúpido
que no sabe estar sin ti
lejos de un abrazo,
de tus labios
siempre entre mis deseos.
Pero hay imposibles
con salida, sin meta
que no consiguen Sol,
que sólo dejan heridos
con sus golpes de cruz
y no alegría para el latido.
Aunque ésa es mi parte
y nadie tiene culpa,
ya se llame destino
o casualidad sin sentido
escrita a piel,
forjada a fuego
en la coraza del alma
que pocos dedos alcanza
y no borra su historial
de verdades
que el tiempo hizo mentiras
sin faltar jamás a su palabra.
Con la vista en el horizonte
sin esquivar ningún ocaso
que despierte la noche,
que brinde otra oportunidad
entre las estrellas en sueño,
en el susurro de Luna
de acariciar la vida,
la sonrisa
que lleva tu nombre,
que habla de amor
gracias a ti
y realmente me hace feliz.
No necesito ningún reino
donde lleve corona,
donde imponga mi criterio
como sabelotodo constante
o caprichoso de última palabra
sin más razón que el yo,
que el deseo oculto del corazón,
no,
ni palacios, o una mala choza
que me ate a la tierra,
porque no es mi ambición
y lo he podido comprobar
en la tranquilidad del latido,
ya que mi alma quiere ser
y llevar a cuestas todo el peso
que pueda juntar en el camino
por encima de tener
si no es una buena compañía,
aún el resultado no se entienda
por riesgo
y sólo me haga sonreír a mí
en precio dictado por la vida,
pero acepto,
ya me llamen necio o loco
y sólo yo me sepa cuerdo
sin fronteras
en un mundo a mis anchas
dibujado día a día en mi interior
donde nada y todo queda
pero a mis ojos
por siempre reinará el Sol.
No quiero juegos
ni partidas en manos del azar,
aunque me encanta la casualidad,
las miradas cruzadas sin hora,
los encuentros por capricho
o los imposibles que son destino
y llevan nombre propio escrito
en firma sin tinta ni pluma
que dibuja el viento
con hilos por dedos sin dueño,
pero necesito decidir
entre los latidos que hablen serio
y los tropiezos sin sentido,
aunque deje heridas en el camino
en este mundo sin reglas
que viajamos por peregrinos
para amar y dejar huella
en algún buen corazón,
pues no voy a negar el sueño
de querer vivir de mano del amor.
Algún día seré sólo polvo
o como mucho arena de reloj
que rellene un par de recuerdos,
que quede en sueño sin época
ni piel por vestir
y no quiero finca de roble o pino
ni monedas para el barquero,
sólo una fiesta de fuego
para no despertar en oscuridad
ni por alimento del silencio
cuando la cuenta llegue a cero,
cuando toque la campana
que llame a la última palabra
en la misa sin pan ni vino,
en el punto final
o el comienzo de quién sabe,
pues nadie regresó jamás,
del paraíso o del infierno,
del limbo o sus alrededores,
donde puede todo sea genial
y el amor aire que respirar,
pero aún no es el momento
de cruzar la frontera del adiós
ni de predecir el absurdo
ya que queda bastante camino
en huellas que borre la marea
o descalzo sobre la hierba
antes que no haya marcha atrás
y el latido en vida deje de amar.
Tras el horizonte
se oculta otro universo
donde el cielo besa la mar
a diario
sin el intermediario del viento
ni de disiparse en nubes
o ser copo en la cima
de la más alta montaña.
Donde todo es posible
como bailar con luciérnagas,
ser el reflejo en el espejo
o la primera estrella
que ve desnudo el ocaso
y viste en plata la noche.
Donde la lágrima es rio,
el suspiro brisa,
el grito solo trueno,
la sonrisa amanecer
y el latido manantial.
Donde sólo hay que soñar
para robar un beso
o acariciar sin ser visto
en enfrentamiento de miradas
con el deseo del corazón
a la Dama por Amor.
No quiero redes ni simulacros
para andar el precipicio del amor
y si caigo
puede que sea en tus brazos
o tal vez no,
pero el juego merece la pena
e iré a piel,
aunque pierda
y no llegue a alcanzar la meta,
como astronauta en boxes
que no viajará jamás a las estrellas
y sólo sueña
entre tinta, papel y palabras
con el latido del lanzamiento,
con el éxtasis de besar el universo
y dejar caricias por cielo
sin temor ni miedo al fracaso
por despegar los pies del suelo
en busca del imposible,
del inalcanzable Sol
siempre en la mirada del corazón.
En realidad
todo son engaños y mentiras
por cortesía de la hipocresía
que sólo mira el destino interno
escrito en tinta de deseos
despiertos bajo la piel en latido
y no hay verdad
en te quieros dichos en silencio
o ocultos a los ojos
presos en el muro del pecho
sin cruzar en salida los labios,
nazcan de mujer u hombre,
pues nadie ve en la sombra
ni tampoco adivina siluetas
sin hogueras o cerillas
en auxilio de la noche incrédula,
ya qué quién sabe
si no palpa o siente de oído
y sólo escucha con el corazón
entre ilusiones y sueños
dando la espalda al camino
que conduce a la realidad,
que dicta en huellas la verdad.
Me halagaron por ángel,
por personaje de cuento
o extraño erudito,
pero no,
no acertaron,
sólo soy hombre
e incluso a veces niño
en un mundo por entender
con faltas en su camino,
entre mil tropiezos,
y no héroe digno
ni místico del universo
o príncipe guerrero
de ojos en busca de auxilio,
pues estamos perdidos
todos sin excepción
en el éxtasis del sin vivir
cuando piensa el corazón
y hablan sus latidos
de la verdad entre silencios
con nombre propio
que el amor hizo destino,
aún cuente por sueño,
por calvario e infierno
o dulce de una sonrisa
entre las líneas de la vida.
No pacto con el Diablo
ni negocio tiempo con la Muerte
para no pagar consecuencias
por los pecados a mi nombre,
pues no me gustan las deudas
y el viento es libre
como la mirada de la Luna,
aunque no tenga nada que ver
pero sí
y suene a auténtica locura
en labios hechos de silencios.
Se pone el Sol
cada día sin pedir permiso
y mucho menos perdón
por permitir los sueños,
las estrellas en la noche,
la danza en luz de plata,
por dejar de ser
para que se haga verdad
en el beso tras la oscuridad
que dibuja el universo
libre y sin ataduras,
caótico pero ordenado
en un principio desconocido,
reservado de pensamiento
a los ojos del ego
que sólo amparan capricho
y no ven luz en los latidos
custodios del cielo en silencio
exento de ama o dueño.
Que la casualidad diga,
que el destino interceda
en lluvia de estrellas,
en Luna Llena el día de Nueva
y llame mis ojos
con una señal en préstamo
para dar otro paso
sin escarmiento
en dirección al ocaso
del horizonte hilado en sueño.
Yo, no te falto
como para que me regales tu voz
y arriesgar en una llamada
tus susurros en silencio
que el viento hace lejanos ecos
entre melodías del tiempo
y el declive de las estaciones,
aunque no compartamos idea
y gane la mejilla y no los labios.
Y sabe a adiós
desde que el destino te llevo
tener la decisión del primer paso,
sin ventanas indiscretas,
sin que la casualidad se pronuncie,
una y otra vez,
por títere vestido de adivino
sin jamás saber que hacer,
para cruzar nuestros caminos
en un cuéntame que tal te ha ido,
aunque apetecer, apetece siempre
contigo,
pero pesa el testigo de los años,
por mucho que sea perenne el latido
que te hace insustituible en vida
e indiscutible en sueños,
que dictan el no entre nosotros
por mis faltas y tu ausencia,
y no te llevaré en persona mi locura
para sólo saciar mi alma
si no puedo oír el sí en tu mirada,
pues ya no hay mentira o engaño
que dejen atrás mis palabras,
creas, rías o ignores sin esfuerzo
lo que dije y no dije de corazón,
lo que dictó el dolor y el amor.
Se escapan noches entre sábanas,
peleas de almohada
o compartir las sonrisas a café,
los minutos, las horas y los años,
el abrazo, la caricia y el beso,
pero nada ha cambiado
en las calles que recorre la Luna
y en los ojos que persiguen el cielo
con el mañana, el hoy y el ayer
siempre fiel en la mirada
sin que haya que temer
por no ser ave y vestir de montaña
sin más alas que una brisa
bajo un Sol de envidia
en una tierra de mitades en sueño
nacida del verde y el azul
con mar cálido y océano gélido,
río de vida, bosques y marismas,
cumbres nevadas y desierto de wester,
sin dejar atrás sus ciudades
que merecen mil líneas aparte
o su gente y su peculiar talante,
desde quien viste tradición en lágrima
al turista que quedó enamorado
de la suerte bajo mi pies
que es
y siempre será parte de mi ser.
No sé como amará la mujer
más allá de la piel
ni el hombre que disimula
sin que se note en sus ojos.
No sé como amará el padre
al hijo de sangre
ni la madre que germinó
una nueva vida por alma en flor.
No sé como amará el enamorado
correspondido en besos y años
o la dama cautivada
que dio por siempre su sonrisa
ni sé como amará el devoto
en su velo de fe
o quien reza al supremo
en plegaria diaria desde el alma.
No sé... Como amarán los demás
o a quién, o por qué,
sólo sé como amo yo
y como se estremecen mis latidos
cuando dejo que llenes mi corazón.
No esperes mis sentimientos
al peso por vil metal
ni traducidos más allá de una rosa
o de tinta en cuerpo de líneas
sin fecha ni compromisos,
pues no compro obligaciones
en el mercado del amor
ni al listo que juega con el corazón,
como tampoco acepto
el índice en formato acusador
por no tirarme del puente social
al que nos guían cuál rebaño,
cuando un día no importa
y sí demostrar todo el año
con doce meses en detalles,
aunque ahora que pienso
ése no es mi problema
ya que nadie aferra mi mano
y me entrego cuando quiero
incluso a destiempo
pero siempre en latido sincero,
exento de esposas o cadenas
que dicten a mis alas su vuelo.
Guardé demasiados secretos
detrás de un iluso escudo
que sólo ampara miedos
y no protege ninguna sonrisa,
cuando pude haber sido honesto
conmigo y la voz del alma
que habla más que los labios
en recuerdo de tantos silencios,
pero hay decisiones
sin oportunidad de marcha atrás
como estrella fugaz
precipitada en hola y adiós
sin redención por suicidio bello.
Así que no más,
aunque a veces parezca,
aunque la vida lo ponga difícil
en su constante capricho,
para que no ardan los latidos
y azote mi piel en escalofríos
por mantener a raya el corazón
en sus te quieros, sus te amos,
mientras sean fieles en el pecho
y no busquen ningún castigo
ni dolor o juicio constante
entre el sí y el no,
pues no hay duda en el amor.
No tengo fronteras en el cielo,
aunque billete de ida
es otra cuestión
con tanto pecado en deuda
y el diario que sueño contigo
en pensamiento despierto,
en lujuria bajo el Sol
a ritmo acelerado,
aún la melodía baile serena,
sin más distancia que un deseo
que ata en corto
entre la piel y el latido
que besa en ascuas el corazón,
cada día, cada noche
en horizontes por alba o ocaso,
por marea de infinito en estrellas
sin más dama que tú por norte
del celeste ante mis ojos
aunque vista oscura mirada
o se oculte en gafas de nubes
sobre bufanda por silencio
hilada en capricho por el viento
de una canción en recuerdo.
Me voy a casar conmigo,
con mis defectos y pensamiento
y si alguien me quiere
va a tener que hacer un trío
porque antes yo, luego el mundo
y no por ego ni capricho,
no confundamos motivo,
sino por ser, para ofrecer
un alma sin trozos ni mitades
que sostenga sola mis pies
bajo los milagros del cielo
con voz sincera entre latidos
que no discuta constantemente
entre la realidad y el sueño
de intentar llegar al paraíso,
aunque, a veces, frene,
pierda el norte en los mapas
o me oculte tras la mirada
de un horizonte en ocaso
en instantes por sosiego
sin más publicidad que silencio.
Si el amor fuera oro
contigo me tocó la lotería,
el mayor de todos los tesoros
para el alma, para la sonrisa,
en un simple latido,
en un silencio por capricho
que te haga pensamiento,
protagonista de algún sueño
por deseo vestido en tentación
bajo la súplica de mis dedos
o de la voz del corazón.
No me asusta el dolor
ni quedo arrodillado en la derrota
aún pierda en batalla el corazón
o los ojos a manos del cuervo,
pues soy más alma que piel
y alzaré mi propia victoria
sobre el llanto de la sangre
en cicatrices sin costuras
perdido en noches por sombra
o a fuego lento en el infierno
para castigo del destino
bajo el yugo en voluntad
a manos del son de mis latidos.