Tenerte
entre mis brazos no es sueño,
es pecado,
sendero al infierno,
es
deshacerse en ardientes llamas
bajo el
fuego de tu mirada,
bajo la pícara luz celestial,
la condena
de mi voluntad
que seduce
mi alma sin piedad.
Tener tu
cuerpo contra mi pecho,
tu piel al
alcance de mis dedos
es tocar las
nubes del paraíso
o el más delicado de los tejidos,
es sentir el
tacto más exquisito,
es alimentar
más de un suspiro,
es disfrutar
la mejor caricia.
Tener tus
labios a tiro de un beso
en el
instante que se hace eterno,
que grita
sin voz el corazón
desatado por
la tentación
es el broche
a todo lo demás
y luz de
salida para jugar
pues de ti,
lo quiero todo, Amor.