La tibia brisa arrastra tu nombre,
dibuja tu semblante en nubes,
en sueños de forma interminable,
de los que se antoja inverosímiles.
De los que se sueñan a pecho descubierto,
mostrando el semblante del alma,
los miedos... Las heridas del corazón.
En los que eres voz de la canción,
el ruiseñor, volando a lomos del viento,
el inalcanzable respiro de libertad.
Lastima...
Que los sueños no se puedan tocar,
pues la verdad,
te tendría siempre entre mis brazos,
sin soltarte jamas.