Tu
mirada me aprisiono
como un
invisible sedal
arrojado
en la distancia.
Gano el
tiro y afloja
hasta hacer
que cayera
en la
red de tus brazos.
Me
brindaste un momento
entre caricias
y besos,
un recuerdo
eterno.
Pero solo
fui un trofeo,
una instantánea
del tiempo,
que devolviste
al mar.
Al que
enseñaste el Sol,
para que
añorara en el océano
su delicado
calor.