25 de enero de 2019

El Nombre De Otros

Que me pongan nombre los demás.
Que me llamen como quieran
que girar el cuello o hacerme el sordo
es decisión exclusiva mía...
Que me pueden llamar brisa o tornado,
viento o marea,
oasis o desierto,
lava o nieve,
pirata, lobo, ladrón, loco o soñador,
bombón o deshecho...
Por un apodo de pila, cariño o despecho,
de película o de novela,
de ficción o de historia pasajera...
Por una identificación de pega,
porque naces y te registran, te bautizan
sin tener en cuenta tus preferencias,
por antojo,
que yo hago lo mismo con mis ojos
e incluso a veces a ladridos...
Y te hace, en una pequeña parte,
como te llamen otros,
el tono de las cuerdas y el rostro,
la cortesía, la educación, la distancia,
la burla, la ira, la verdad, la paz, el corazón,
en una palabra con voz...
En la comunicación entre universos...
Tener un lenguaje propio
o participar del idioma que hablan todos.
Ser un sustantivo en exclusiva
o uno repetido entre de más y muchos...
Que te saque una sonrisa a la primera
o te haga querer desaparecer.
Que te vuelva flan
o te convierta a cal y canto en fortaleza...
Y que me pongan nombre los demás...
Que no importa... Que es como debe ser...
Que el registro ya está hecho...
Que no se decide ni se puede escoger...
Que motes y apodos hay demasiados...
Y gustos existen tantos como colores...
Que según el momento tiembla el tono
y girar el cuello o hacerme el sordo
es decisión exclusiva mía...
Pero el nombre no entra en mis opciones,
es elección de otros
aunque no tiene nada que ver 
con las preferencias que me hacen ser...
Amigo... Familia... Compañero fiel...