30 de noviembre de 2017

Piedras

Me he encontrado bastantes piedras
de camino para acabar en tropiezo,
nacidas en lluvia de los tejados,
seleccionadas para pisar recuerdos,
en su forma más preciosa
o con vida entre sus grietas
como para hacerme un muro a medida,
una coraza con forma de Castillo
de mundo propio entre paredes a cal.
Pero el gris no se ajusta a mis ojos
e hice una montaña con vistas al cielo,
de puertas abiertas,
de celeste, rojizo, dorado y azabache,
de Sol, Luna, nubes o estrellas,
de horizontes limpios de obstáculos
para buscar el sueño en la mirada,
para desatar de barreras el alma
y liberar la voz en palabra del corazón,
ese cosquilleo nacido del pecho
que dicta el deseo, el querer y el amor.
Tras una pluma libre de prejuicios
que sólo sabe de cuentos,
de historias con perdices de tinta
y no de secuestros de la imaginación,
de asesinatos por balas de dolor
ni infiernos de silencios en blanco
por miedo a quien razona la locura,
a quien busca una aguja en el pajar
de la mentira que decora la verdad,
que refleja un atisbo de la realidad
para vestir de sentimientos el papel,
para que viva, que vuele el interior.
Y se concedan los bailes perdidos,
se encuentren los labios en beso,
o crucen las miradas no enamoradas
con una perspectiva nueva y distinta
del juego sin reglas de mil entresijos
que lleva de la mano al latido
y el susurro de Amor metido en el oído.