Tú, más guerrera que princesa,
más magia que hechicera
de coraza a piel,
de carmín por espada
y fantasía de mirada
con el mundo por única guerra,
que busca conquistar tu alma,
la voz inmaculada de tu corazón...
Mientras yo
atrapado en harapos de ayer,
peregrino sin camino,
mendigo de imaginación y cuento,
siempre a orillas del viejo umbral,
al desquite
de la limosna de algún beso,
de lisonjas
en alguna caricia descarriada
sin dirección de ningún buzón
ni puerto para desembarcar...
Hasta despertar
y golpearme la cabeza al madurar,
para marcar el ritmo al bailar,
para ignorar los presagios
de fortunas prestadas y perdidas,
de dimes y diretes
improvisados de envidia y dolor,
de experiencias sin rostro
en pisadas de calles de otra vida...
Cuando queda la oportunidad
de perder o ganar,
de decidir este es el final
y frustrar el sueño en el polvo
o continuar sin mirar atrás ni olvidar
con los pies aún en camino
hacia los horizontes del imposible,
hacia el blanco sin tinta del destino.
