Deja caer el tirante de tus hombros,
deja caer el vestido de tu piel,
deja caer el velo ante mis ojos,
deja mi vista saborear tu ser,
deja que nazca el sueño ante mi
y déjame caer,
déjame caer ante el cielo,
déjame caer en tu cuerpo de mujer,
en la red de tentación,
en los hilos que mueven la pasión,
en el aroma a viento entre tu cabello,
en el deseo que germina en tu cuello,
que brota a caricias sobre tu espalda,
que abraza tus labios a besos,
en el deseo, que aferra tu cintura,
que recorre tus traviesas piernas,
que juega sin pudor entre ellas,
en el deseo, que quita el aliento,
que se apodera de los latidos,
de su compás, de su ritmo,
a base de besos y gemidos,
del calor entre nuestros cuerpos,
del deseo, transformándose en fuego,
en fuego que une,
que acaricia y besa entre llamaradas,
que habla sin palabras,
que habla con la piel,
que habla con el corazón.
"La poesía no necesita adeptos, sino amantes" Federico garcía Lorca