19 de agosto de 2018

Fantasmas

Cuando cae la noche y azota el silencio
hablo con los fantasmas.
Y los escucho en sus lamentos ridículos
intentando vencer mi alma.
Proyectando sobre mi sus sombras
para atarme a juego con sus cadenas,
para amordazarme entre sus sábanas.
Con intenciones ocultas a ojos de la Luna,
con saña a la libertad de una sonrisa.
Pero no he caído entre fuego y tridentes
ni ayer ni hoy
por pecados y blasfemia de otra mente.
Aunque arrecie la tormenta
y golpee la oscuridad con toda su fuerza
a la ventana de mis ojos.
Porque ya me corté las venas
y ahora sé que me gusta tenerlas largas
en rima con la vida.
Digan lo que digan.
Truene el cielo que truene
en voces de ángeles caídos,
en vuelos al raso de espíritus errantes.
Que no conocen
el rumbo que conduce mi mirada
y solo cruzan con sus miedos mis alas.
Con sus grietas de fe
y las zarpas afiladas.
Con el yugo de la muerte en sus latidos
y guión de la desesperanza por palabra.