9 de agosto de 2018

Atado

Me ató la noche con sueños a la cama,
con la mordaza del silencio en un gemido
entre caricias de sus manos,
en el recorrido de sus dedos por mi pecho,
en mi cuello, piernas, brazos y espalda.
Y renací millones de veces
en la siembra de orgasmos en mi piel,
en el viaje de sus labios sobre mi cuerpo
y el susurro lascivo de sus ojos
muriendo a cada roce mordido de placer.
Para perderme, para encontrarme
sumido
en los entresijos ocultos de los caprichos,
en la imaginación desatada de un deseo,
como marioneta al final de sus hilos,
como juguete de una niña traviesa
y consentida...
En los juegos al desnudo,
en la batalla de pasiones
que bombardea a fuego los seis sentidos.