Necesito
como cualquier ser vivo
de todo un poco
para continuar con el latido.
Necesito
cada giro,
cada día, cada noche,
cada suspiro,
cada gota de oxígeno.
Cada sonrisa, cada lágrima,
cada palabra,
el aroma a primavera,
la luz en la cara,
la sombra a la espalda.
Y necesito
del mundo,
el mar, el cielo,
del viento y la marea,
de la Luna y las estrellas,
del Sol... De tus ojos
y de la alegría en tu voz.
He decidido pensar de menos
y morir de más.
Con la vida caliente en el pecho
antes de que se enfríe
y escape del corazón.
Sin agarrar de la mano al miedo
y con el no preparado
para aquello que no quiero,
para riesgos que no siento
ni me llaman con su voz
desde dentro,
con las ganas
escritas desde el primer renglón.
Y no sé
dónde ni cuándo
pondré punto final a mi historia.
O qué ojos me acompañarán,
si de familia o de la soledad.
Pero moriré de más,
cada día
hasta que me alcance la relidad,
el destino y su palabra
o el último beso
que viva, despierto y de verdad.
Cuando cae la noche y azota el silencio
hablo con los fantasmas.
Y los escucho en sus lamentos ridículos
intentando vencer mi alma.
Proyectando sobre mi sus sombras
para atarme a juego con sus cadenas,
para amordazarme entre sus sábanas.
Con intenciones ocultas a ojos de la Luna,
con saña a la libertad de una sonrisa.
Pero no he caído entre fuego y tridentes
ni ayer ni hoy
por pecados y blasfemia de otra mente.
Aunque arrecie la tormenta
y golpee la oscuridad con toda su fuerza
a la ventana de mis ojos.
Porque ya me corté las venas
y ahora sé que me gusta tenerlas largas
en rima con la vida.
Digan lo que digan.
Truene el cielo que truene
en voces de ángeles caídos,
en vuelos al raso de espíritus errantes.
Que no conocen
el rumbo que conduce mi mirada
y solo cruzan con sus miedos mis alas.
Con sus grietas de fe
y las zarpas afiladas.
Con el yugo de la muerte en sus latidos
y guión de la desesperanza por palabra.
Si supieras
de que hablan las voces de mi mente.
El ángel, el diablo, el ego, el corazón.
Si supieras
de las horas muertas... Y vivas
entre discursos al silencio,
entre monólogos de diálogo,
entre sueños narrados a la noche.
Si supieras.
Lo que no digo y siento
al margen de la razón del pensamiento,
tal vez, todo sería distinto
atados y amordazados
en el dulce hilo,
en un beso eterno.
Pero no lo sabes...
Porque el viento rasga las palabras
y la tinta juega con la metáfora
con la verdad en el blanco entre líneas.
Porque la perspectiva dibuja
según los ojos, según quién mira.
Porque la marea confunde
desordenando las cartas en botellas.
Porque es a tu oído
sin filtros
donde quieren desatarse mis palabras.
Y no lo sabes y, tal vez, si supieras
de la muda, de mi muda realidad
no se despegarían nuestras almas,
Nunca Jamás.
No quiero las llaves
para poder abrir todos tus candados
ni el libro de códigos
que descodifique tus silencios y secretos
porque me gustan tus misterios.
Tus miradas entre líneas,
los fantasmas que arrastran tu sombra,
las sirenas que cantan a tu orilla.
Y la curiosidad mató al gato
que arriesgó seis de sus siete vidas
saltando entre tejados a ojos de la Luna.
Pisando descalzo en cada huella
con el sigilo del cazador cazado,
del lobo amaestrado
que aúlla a las noches llenas de estrella,
a la sonrisa plateada,
a la Dama de las virtudes de seda.
No tengo todas las respuestas
para saciar mi pensamiento,
su curiosidad frente al universo,
ni tengo la certeza
que dé paz a mi alma,
que tranquilice mi corazón risueño.
Pero tengo una ilusión,
una fantasía
de cuerpo entero y luz en la sonrisa,
cautivadora y única,
que no escatima
en ribetes de verso en tinta
para decir a gritos en voz muy baja
te quiero
a mi oído
con las palabras de mi pecho
en un lecho de mareas y vientos,
de paseos a orillas del cielo
cogidos de la mano en el oleaje,
entre las nubes de rayos sin trueno.
Y creo en mis sueños
donde todo suma
como una vida de realidad paralela,
como leer desde dentro una novela,
con recuerdos fabricados de cuentos,
pasados que son futuro,
mentiras de verdad
y silencios a rebosar de historias
ocultos, a ojos del Sol
o en algún callejón
en labios mudos por culpa del beso,
en miradas que hablan,
en latidos que narran sentimientos.
En el circo,
en la feria
no nos hacemos responsables
de los espectáculos con nombre,
de los gritos por placer,
de los sueños improvisados,
del vértigo a la noria,
de montar los auto(s de) choque,
de los cuentos entre títeres,
del loco que refleje el espejo...
Ni de los suspiros perdidos,
del terror a los fantasmas,
al payaso sin maquillaje.
O
de buscar el truco a la magia,
de mirar tras el telón
el secreto de la chica con barba.
Ni tampoco
se premia la mala puntería,
la pesca con escopeta,
la campana que no suena,
el beso sin algodón de azúcar.
Y por supuesto
no se permite el acceso
con pensamiento negativo,
celos, envidias, sinsentidos
a la intención de la empresa
de sembrar amor y sonrisas,
de dar vida a la imaginación
y libertad a la voz del corazón
contigo
y la ilusión del niño por amiga.
No necesito ningún capricho,
no necesito pecar de vicio
para sonreír desnudo
a las sombras de la noche ciega
de Luna Nueva,
a la libertad del silencio mordido
en cantos de estrella.
Porque te llevo dentro y por fuera,
en el corazón, en el alma,
en la luz de los ojos,
en la mueca al filo de los labios
con aire de alegría en dos palabras.
Y lo sabes. Y lo recuerdo.
Para que el tiempo no olvide
y la arena no devore las raíces
del nosotros
en el imposible mundo del cuento.
Sin punto final ni suspense
en los besos,
en las miradas cruzadas,
en las caricias
de pasión y desvelo entre sábanas,
con el ausente todo a un paso
y el perenne nada a la espalda.
No quieras hacerme entrar en razón,
me pasó consulta Cupido
y mi diagnóstico es locura
de por vida
por tus huesos, por tus ojos, por tu piel.
Inmune a la lógica y su sanación,
a la receta del olvido
y la lobotomía de los sentimientos
como panacea
a los nudos y torcidos del destino.
Por más que hable el silencio
entre almohadones de papel en blanco,
con rejas a la mirada de la Luna.
Por más
que gire el reloj diciendo adiós
y cante el viento la soledad de un sueño
con la distancia cómoda entre los dos.
Soy carne de tu amor
desde las entrañas de mi alma a la voz,
loco, cuerdo, con y sin razón.
