en invierno que en verano
ni refresca el alma por igual
el salvaje néctar
frente al barato y caro sucedáneo.
No sienta igual la caricia del viento
en cuerpo,
en beso primaveral,
que iracundo entorno al vórtice
de la idea arrasadora del tornado.
Ni padece igual escalofrío
el sueño al grito entrecortado
despierto a mitad de la noche
en la soledad del desierto,
que la improvisación de la locura
al compás de la nevada
de tintineo en la piel del despierto.