12 de enero de 2018

Refranes, Refranes

De caña y sedal
no tengo la menor idea
cómo
para que me hablen de mares llenos
con más peces que sal
ni dejo de buscar ciento volando
a un ave en mis manos sin libertad
en un suspiro de vida
antinatural.
Y puedo continuar
diciendo no al refranero popular,
desvistiendo sus consejos,
discutiendo contra el silencio
como pez que muere por la boca
y si calla otorga,
mientras aviso para no ser traidor
con voz de perro ladrador.
Pero imagina el caballo regalado
hambriento por estar desdentado,
las fiesta de ratones
cuando Tom está ausente
porque no conocían a Jerry,
o decir
no hay dos sin tres...
y si te pones
hasta el infinito y más allá
o insinuar que el ciego no siente
cuando hay un país de Rey tuerto
que, bromas aparte, Núñez discutía,
y freno
para no pisar en falso
con la diana del mal pensamiento
que no siempre da en el clavo.