4 de octubre de 2017

Nueva Hora

He visto y sentido de cerca
los miedos de mi rostro.
Desde dentro,
desde fuera,
en un reflejo,
en una vieja fotografía,
en una antigua carta,
que nunca vistió de sobre,
aunque conserva cada palabra.
De un corazón incómodo
con demasiado de orgullo
y poco de cerebro,
con bastante de dolor y ego,
en un mundo con punto final.
De ayer,
de hace tanto tiempo,
que besó el fuego
y surcó los cielos en ceniza,
con la escusa de un adiós
a un reloj sin arena
en horas de nuevas sonrisas.