7 de octubre de 2017

La Única Razón

Fue la verdad...
La que me abrió los ojos
de par en par
para ver la realidad,
que late en mi interior
con voz propia
y su singular canción
sin letra ni música.
Sin tristeza ni alegría
en un resumen de dos palabras
bajo el Sol de una sonrisa
con tiempo para recordar
sin parar a mirar atrás,
con el cielo siempre a la vista
para soñar despierta
en labios de un soñador.
Y ser feliz
sin tanto esfuerzo,
sin pensar de más
entre tanto grillo,
entre tanto pájaro suelto
y el consejo del demonio
pegado al oído
en constante repetición,
con su dolor por razón
y mi verdad fantasía de cajón.
Que llevo con la cabeza alta
en el rostro,
en el corazón
y por bandera del alma,
sin monedas al cambio
que me compren la opinión
sobre la existencia del Amor.
Leyenda, mito y luz
en el día, la noche y el sueño,
en el pecho de nacimiento
o en brazos del padre,
en un adolescente primer beso
o un si quiero, con más edad,
en cada parque y hogar,
y en grandes estadios, también,
en manos de la locura
o de la única razón
sin ninguna y toda explicación.