el demonio del pavor frente al porvenir
sin rostro
que doblega el alma frente a la voluntad
de huir
que yace latente bajo la piel.
Y se confunde
con la necesidad incandescente
del ardor adicto
a la adrenalina efímera en sangre
que arriesga y apuesta el latido
al placer
de la proximidad necia frente a la muerte.
Al igual que lo difumina el credo
del avasallador contra el débil inocente,
que cataloga su fuerza valiente
sin combatir la derrota
y abanderando la gran victoria invisible
contra el indefenso que no podía protegerse,
con el ruedo trucado
y la propaganda a juego con la mentira
de los que creen mandar sobre el miedo
sin haber visto de cerca
los ojos prohibidos del eterno desconocido
de guadaña y manto de noche...