30 de septiembre de 2018

El Semáforo

El semáforo se puso en verde
y tras un minuto
se sonrojo con la escena,
aunque no se sabe
si de enfado o vergüenza ajena,
de dos inmóviles desconocidos,
parados, cada uno en una acera,
con las miradas entrelazadas
y todo dicho en voz de los ojos.
Pero les dio otra oportunidad,
por no perder el trabajo,
y volvió a verde esperanza,
a dejarlos cruzar.
Y esta vez empezaron a andar
uno contra el otro,
como si llevarán los bolsillos
llenos de piedras
o caminaran en la cuerda floja,
y acabaron frente a frente
distinguidos en una sonrisa
sin saber que decir.
Y en un impulso
se besaron.
Y el mundo se detuvo en marcha,
los transeúntes se giraban
con la curiosidad
de una banda improvisada
de pitos sin flauta
a la luz en monigotes
para dos desconocidos
de un semáforo rojo enamorado.