30 de septiembre de 2018

El Semáforo

El semáforo se puso en verde
y tras un minuto
se sonrojo con la escena,
aunque no se sabe
si de enfado o vergüenza ajena,
de dos inmóviles desconocidos,
parados, cada uno en una acera,
con las miradas entrelazadas
y todo dicho en voz de los ojos.
Pero les dio otra oportunidad,
por no perder el trabajo,
y volvió a verde esperanza,
a dejarlos cruzar.
Y esta vez empezaron a andar
uno contra el otro,
como si llevarán los bolsillos
llenos de piedras
o caminaran en la cuerda floja,
y acabaron frente a frente
distinguidos en una sonrisa
sin saber que decir.
Y en un impulso
se besaron.
Y el mundo se detuvo en marcha,
los transeúntes se giraban
con la curiosidad
de una banda improvisada
de pitos sin flauta
a la luz en monigotes
para dos desconocidos
de un semáforo rojo enamorado.

11 de septiembre de 2018

Cómo

¿Cómo explicarte
las cosquillas en palabras tras tu nombre.
Las luciérnagas y los grillos de la noche?
¿Cómo explicarte
las conversaciones de cuento y silencios,
de habitantes vacías y balcones a la Luna?
¿Cómo?
Si no sé entender que digo.
Si te pienso e improviso
contigo entre mis brazos.
Con el susurro a un centímetro de tu oído.

9 de septiembre de 2018

Viejos Jóvenes

Mientras queden fuerzas
aún hay vida, aún hay tiempo
para una última calada al viento
del sonido de la risa,
para un último trago a escondidas
del elixir en beso,
para una última escapada,
en noche de Luna Nueva
a los pies de las estrellas,
de los cuidados de la enfermera
en el manicomio de los cuerdos,
como cuando niño
jugabas a mayor
en secreto a ojos de los padres,
de los queridos carceleros.
Con la travesura por único pecado
y la inocencia curiosa por virtud.
Con los ojos llenos
y el corazón
a rebosar de alegría en la mano...
Y mientras queden fuerzas
aún habrá tiempo
para un último sueño
de dos viejos jóvenes enamorados.

8 de septiembre de 2018

Alo o Velo


ya sabías
que el agua quema
y el fuego moja.
Que hay ilusiones valdias
de arena y sal.
Reflejos de cristal.
De espuma y mar.
Donde pintan los sueños
y colorea la sonrisa.
Donde canta la mentira
con los coros
en voz de la verdad.
Con la promesa
hilada del ovillo del viento.
De retales de secretos.
Del baúl de los recuerdos.
De préstamos risueños
entre tapas,
entre líneas
con olor a nuevo mundo,
a viaje de veinte mil leguas,
de ochenta días,
ida y vuelta,
entre amores
de puerto en puerto
del canalla, del rufián,
y de odisea
por descansar en el hogar.
Tras el velo
en ojos del sediento.
Tras el alo
que ciega sin dejar ver.


Bailar

Podemos bailar
e improvisar los pasos
bajo una lluvia de pétalos,
de estrellas sin noche.
Descalzos
a orillas de algún sueño
sin piedras a los pies.
A la luz de la Luna
tras la armadura de la piel
sobre nuestra nube
de besos y danza
a capricho del ritmo
en la melodía del viento,
en la canción de la marea,
en el Do, Re, Mi del cielo.
Y podemos
jugar con la coreografía,
sonreír al traspié
en los brazos del otro.
Con vértigo y con alas,
con todo y con nada.

5 de septiembre de 2018

Días

Hay días que aprieta la vida
entre las cuatro paredes
de una habitación pequeñita
que se estrecha al moverse
y asfixia,
ahoga la palabra en silencio
sin espacio para estirar la voz.
Sin ventana ni puerta,
sin huída
abrazado al hedor del pánico,
agazapado en los huesos.
En una pesadilla de entierro
con latidos coleando el pecho
y luz en los ojos sin que mirar.

2 de septiembre de 2018

Me Cansé

Me cansé de ver buenos
que tildan de malos.
Me cansé de que al honesto
le digan mentiroso.
Me cansé de que al rostro
lo llamen antifaz.
Porque todos juzgan
desde el trono de su realidad.
Y me canso
de la saña con mala opinión.
De los que dicen mirar
y no ven más allá del umbral.
De los que creen
con la fe del revés.
De los que aconsejan
con voz de saber sin saber.
De los directores sin película,
sin actores ni cartel...
Y cansado
me voy.
Con el cuento a otra parte,
con la sonrisa en corto
atada a mi corazón risueño.
Para no caer
en el juego sin reglas
de señalar sin piedad,
de reír a costa de los demás.
Para no memorizar el guión
que grita la sociedad,
que oye,
escucha,
parece incluso algo normal.
Aunque un soplido
lo deje sin naipes.
Sin cimientos ni cielo...
Y volveré
porque solo estoy cansado
del ruido
y mi alma necesita descansar.