Su club ha cerrado.
Asfixiados
en la horca del silencio...
Donde la voz hace eco...
Donde anuda el mundo
al viento...
Y quien sobrevive
es fusilado,
incomprendido,
para alimentar el teatro
de actores de la palabra
con más rostro que lírica,
o convertido
a la religión del espectáculo
donde sentir es lo de menos
y el verso
un instrumento de mercado...
Pero la poesía vive
rebelde
aunque deje de latir
el trovador de sentimientos...
Aún cambie la moda
y se venda de saldo...
Aunque el próximo poeta
no sea poeta
sino un enamorado
con tiempo, tinta y papel
a mano...