22 de junio de 2018

Efímera

Llegó una noche
la voz de una brisa de verano
con rostro y sin nombre,
de puntillas y saltarina,
y la perdí de vista a un palmo
antes del alba
sin siquiera decir adiós
como espectáculo de ilusión,
como fantasía
con más de dos copas
en el tarro.
Pero resuena
entre las grietas de la pared
los susurros al oído,
las caricias a ras de piel
de dos locos y algo de juego
con mucho de manos
y poco de sábana.
Y canta el Sol en la mañana
dónde iría la golondrina
sin billete ni pasaporte ni tren.
La estrella fugaz,
el revuelo de cuarto de reloj
entre hogueras de cartón
en brazos de Dios.