La paciencia se acaba
y dentro de cien años
hablarán
de cuando empezó
la contienda que no termina
de dibujar argumentos
para seguir siendo,
existiendo
al margen
de la libertad inocente
que cree más en derechos
que en el hecho
existencial
de la purga del poder...
Del ego y su mundo...
Del desequilibrio
que cuatro gatos y un ladrido
quieren hacer suyo
y pasar por el molde sin sentido
de la bala y el cuchillo...
Y hablarán
del fin
aunque la Atlántida no aparezca
y las evidencias
sean historia
en líneas de leyenda
de la que jamás se olvida...
Y te digo
pecador
que aunque te busques otro nombre
el pecado no desaparece
y es una herida
sin costuras y mucho
de cicatriz...
Con nombre y apellidos a tus actos,
con la eternidad
y tu caso siempre juzgado...
Y la herencia de mano en mano...