Te diría que no estaré si regresas,
que no quedará ni aires de bruma
en la dirección de mi destino
sin más cruces a nuestra mirada,
esa mirada soñadora
que siempre mira enamorada,
esa mirada que dice más que calla
y nunca dice nada a medias,
esa mirada que cuenta secretos
en armonía con la voz del alma.
Te diría que no encontrarás nada
de ayer ni de un mañana
si vuelves en busca de tu huella
que sigue adelante en mí pecho,
con marco y cadena de recuerdo
de plata sin ley
junto al susurro de mis latidos,
junto a la voz de silencio y tinta
que llueve caricias sobre el papel,
esas caricias que hablan de ti
y nacen pensando en tu piel,
esas que quedan libres al viento
a la caza de tu encuentro,
esas en dedos sin hilos
con tu nombre entre sus siluetas.
Te diría que llegas tarde
y no hace falta que corras,
que tu reloj se quedó sin horas
y ya no tiene remedio,
que olvides no decirnos adiós...
pero todo suena mucho a cuento,
porque la realidad
siempre estás a tiempo
de reclamar mis caricias,
de dar paz a mis ojos
o volver a por tus besos,
esos que cada día llevo puestos
en la recámara de mis labios,
esos que escapan entre suspiros
y busca sus propias palabras,
esos que solo saben de deseo
nacidos de una flor,
enraizada en el Amor
de la tierra sincera de mi corazón.
